A sólo media hora en auto, cerca a los ríos Pendencia y Tulumayo, una laguna
de tan sólo 20 hectáreas se convierte en un refugio tranquilo para dedicarse
a la contemplación de bellos paisajes mientras se disfruta del caluroso sol amazónico.
Sus aguas nacen de las filtraciones subterráneas del Cerro Belén y se le atribuyen
propiedades mágicas por la gran cantidad de huayruros que crecen a sus alrededores,
unas plantas con semillas de color rojo y negro popularmente utilizadas en rituales
por los chamanes y curanderos.